Se acerca el Día de las Madres, un día para reafirmar el valor que la sociedad le da a la maternidad, a las madres, a un modelo de maternidad que no siempre nos va bien y sobre el cual las mujeres debemos reflexionar y estamos en el derecho de resignificar para nosotras mismas. Aquí algunas ideas para abonar a esta reflexión:
Las mujeres no somos perfectas, por tanto, no podemos ser madres perfectas.
La sociedad nos plantea un modelo de maternidad y de crianza de nuestros hijos e hijas que busca la perfección, la madre perfecta es la madre abnegada, dedicada exclusivamente al cuidado, que se olvida de sí para estar al servicio de los demás, es como una madre de portada de revista o de programa de televisión, nosotras no somos así, somos mujeres de carne y hueso que necesitamos apoyo de nuestra pareja, de nuestra familia y de nuestra comunidad para llevar adelante la crianza de los hijos/as, si nosotras contribuimos al desarrollo de un país dando hijos e hijas, el país también debe apoyarnos en nuestro desarrollo personal y profesional.
Pretender ser madres perfectas nos resta libertad.
Es válido recibir el consejo de nuestras madres, de nuestras suegras, de otras mujeres acerca de cómo ser madres, lo que no es válido es que nos juzguemos entre nosotras y que la maternidad se convierta en una prueba permanente del valor de las mujeres.
Hay tantas formas de maternidad como mujeres hay
Hagamos de nuestra maternidad una creación original que nos identifique, que tenga nuestro sello, que nos permita ser como somos, mujeres reales, con intereses distintos, con habilidades distintas; buscar esa perfección nos resta originalidad, nos resta ser nosotras mismas y a veces, incluso, en ese afán de perfección dejamos de lado la posibilidad de disfrutar el hecho de ser mamá y de disfrutar a nuestros hijos e hijas.
Maternidad no puede ser sinónimo de esclavitud
La maternidad debe ser una experiencia que nos enriquezca y nos de plenitud. La dedicación exclusiva a la maternidad debe ser una decisión libre, no una obligación o una imposición, las mujeres tenemos el derecho a poder compartir la maternidad con otras actividades, bien sea educativas, laborales, recreativas, sociales, etc.
Ser madres no implica dejar de ser mujeres
No somos sólo madres, somos mujeres, somos hijas, somos trabajadoras, somos amigas, somos ciudadanas, somos personas, la maternidad no puede restarnos esas posibilidades. Ser mamá nos da nuevas responsabilidades y nos cambia la vida, pero este cambio debe ser para crecer, no para obstaculizar nuestro desarrollo como personas, no para cumplir con una sociedad o con un deber con la pareja, o con la familia sino porque deseamos serlo, porque deseamos disfrutar de esta posibilidad que nos brindan nuestros cuerpos.
La madre no es la única responsable de la crianza
Tenemos una gran responsabilidad en la crianza de nuestro hijos e hijas, pero no somos las únicas responsables. Los hombres pueden hacerlo y pueden hacerlo muy bien. Las mujeres tenemos el derecho de vivir la maternidad como algo que nos llene de energía, no como algo que nos quite energía, que nos canse, que nos desgaste, para que esto sea posible es imprescindible compartir los cuidados y la crianza de nuestros hijos e hijas.
A muchas mujeres les toca asumir solas esta labor por el abandono de la pareja, pero no es lo que debe ocurrir, la sociedad debe reflexionar sobre esto.
No todas deseamos ser madres
Las mujeres tenemos el derecho a decidir si queremos o no ser madres, en qué momento de nuestras vidas y cuantos hijos e hijas deseamos tener, no estamos obligadas a hacerlo. El Estado debe garantizarnos este derecho y la sociedad debe respetar nuestra decisión. No es real que todas las mujeres recibimos con satisfacción y deseo un embarazo, no es real que poseemos un instinto maternal que nos lleva a ver la maternidad como el principal logro de nuestra vida, no es real que las mujeres vemos la maternidad como la única forma de realización personal.
Este domingo, tomemos un poquito de tiempo para pensar sobre esto….
AVESA