La pandemia por COVID-19 ha impactado significativamente nuestras economías y sociedades, y ha develado el importante papel de las mujeres en diversos ámbitos como son, el económico, el sanitario, de seguridad y de protección social; no obstante, este reconocimiento no ha representado una mejora en sus vidas, todo lo contrario, las mujeres y niñas enfrentan repercusiones desproporcionadas debidas al impacto de la pandemia que amenazan los avances logrados en el reconocimiento y garantía de sus derechos humanos (ONU Mujeres, 2020).

Las mujeres están a cargo del naturalizado y poco valorado rol de cuidadoras, son las que sostienen la vida tanto en la esfera privada de los hogares como el ámbito público en la atención en salud.
En la esfera privada, las mujeres han sido sobrepasadas en su rol de cuidadoras, en tanto han sido forzadas a ser maestras de sus hijos/as, al teletrabajo, entre otras situaciones que ha ameritado sobre adaptaciones que terminan incidiendo negativamente en la salud de las mujeres.
En la esfera pública, consecuentes con el rol históricamente asignado, no es de extrañar que las mujeres estén al frente de la gestión en salud. Las mujeres han sido el soporte del trabajo de primera línea ante el COVID-19, ellas conforman el 70% del personal sanitario a nivel mundial. Es indubitable la labor de las enfermeras, médicas, preparadoras de alimentos, investigadoras y personal de mantenimiento en el sector salud, pese a todo ello, las mujeres han sido escasamente tomadas en cuenta para la toma de decisiones durante la pandemia (Ídem).
En un contexto tan inesperado y desigual como este, nos preguntamos:
¿Qué pasa con las mujeres y su salud, si el sistema sanitario, previamente precarizado, escasamente las atiende? ¿Quién cuida a las cuidadoras en el contexto Covid-19? Las respuestas a estas interrogantes son desalentadoras puesto que el impacto de la pandemia y de la escasa respuesta por parte de un sistema sanitario precarizado, como el venezolano, no garantiza el derecho a la salud de las mujeres.
Las mujeres son un colectivo amplio y diverso, sus necesidades de salud están influenciadas por el hecho de ser mujeres en cuanto a su dimensión física, pero además debe considerarse que en su proceso salud-enfermedad intervienen aspectos psicosociales, desigualdades y relaciones de poder.
De manera que, garantizar la salud de las mujeres implica un proceso más complejo de lo que el sistema de salud convencional prevé y la única forma de lograrlo es a través de una evaluación o visión médica integral. La atención en salud debe tomar en cuenta el contexto social particular de cada mujer, ya que esto influirá de forma directa en la evolución de su estado de salud.
Es por esto que, desde la alianza de organizaciones #SaludParaTodas nos hemos propuesto la elaboración de estas Pautas de acceso y atención a la salud integral de las mujeres en el contexto COVID-19 en Venezuela, construidas con la participación de profesionales de salud y más de 200 mujeres de diversas partes del país, y validadas con una muestra representativa de éstas mujeres. Estas pautas tienen por objetivo contribuir a que las mujeres puedan alcanzar el estado completo de bienestar al que tenemos derecho todas las personas, que la “Salud para Todas” sea posible aun en el contexto de pandemia por COVID-19 y crisis humanitaria en Venezuela.
Van dirigidas a proveedores de salud y parten de la premisa de que dentro del proceso salud-enfermedad de las mujeres deben ser considerados los aspectos psicosociales y las relaciones de poder subyacentes en la cultura patriarcal y derivan de una visión feminista de la salud integral con enfoque de derechos humanos, de igualdad de género, interseccionalidad, interculturalidad y diversidad sexual.
Las pautas contienen propuestas de atención y acceso a la salud integral de las mujeres en materia de salud general, sexual, mental, salud reproductiva, violencia contra las mujeres, salud de adolescentes, adultas mayores, mujeres con discapacidad, mujeres y personas sexo-genero diversas y mujeres de pueblos originarios.